Finalmente, luego de inimaginables corridas y peripecias múltiples, los heraldos del proyecto de archivística y sus compañeros de administración y turismo, llegaron a la capital neuquina, en el encantador horario de las cinco y diez a.m.
Dimos con el hotel sin dificultades, excepto por supuesto, la furibunda expresión del sereno trasnochado y la nefasta verdad de la que nos fue mensajero: la cuantiosa suma de nuestra estadía en ese lugar, al igual que el de nuestros viajes, no estaba saldada y dependía de la voluntad de este extraño y misterioso personaje, cuya sombra nos asediaba: J.J Piloto[1].
De todas formas, la hora y el cansancio nos llevaron a confiar en su buena predisposición (por no hablar de su dudosa existencia) y nos acostamos para dormir unas escasas cuatro horas. Sin embargo, nos levantamos dueños de todas nuestras fuerzas y salimos a afrontar con valor el calor implacable que nos aplastó durante todo ese día.
La ceremonia de presentación y entrega de los diplomas, fue, debemos ser honestos, bastante miserable: haciendo uso de toda nuestra generosidad, no se extendió más de veinte minutos y sólo se entregó un diploma por Universidad (es decir, tres); que en realidad, no valían nada porque se habían olvidado de firmarlos desde Nación. Aún así, no todo el viaje estaba perdido. porque las presentaciones de los diferentes proyectos, que se extendieron durante la tarde, fueron muy interesantes. Prevaleció ante todo el espíritu compartido de devolver a nuestras comunidades los favores de nuestros estudios, demostrando que los conocimientos, los académicos y los estudiantes universitarios pueden y deben salir de sus claustros.
La mayor parte de los proyectos estaban destinados a reconstruir memorias, construir lazos humanos, coproducir conocimientos y transformar lecturas en actividades. Los más llamativos, entre muchos otros, fueron: Un proyecto de ingeniería de Comahue para construir un molino de energía eólica en un pequeño poblado rural; la reconstrucción de la memoria oral de los obreros de la fábrica recuperada Zanón; un laboratorio portátil con el que los estudiantes de física de la Pampa enseñarán física experimental en las escuelas, discutiendo con el programa tradicional; la capacitación en agronomía ecológica que los estudiantes de ingeniería agronómica de la Pampa brindarán a los pequeños y medianos productores; y un grupo de estudiantes de historia, geografía y letras que realizarán una serie de documentales sobre la historia de la La Pampa, con los que compartimos experiencias, debido a que en muchos pueblos (fundados con la llegada del ferrocarril hace cien años) se encuentran antiguas estaciones repletas de archivos abandonados. Por supuesto, también presentaron su proyecto nuestros compañeros de turismo y administración: un corredor de turismo aventura, que constaría de un recorrido de mountain bike a lo largo de la provincia (de Bariloche a San Antonio Oeste) con el que se habilitaría este mercado en los pequeños pueblos de la Línea Sur.
Cuando esto último hubo finalizado, ya sólo nos quedaba esperar a que cayera la noche para volver a nuestras tierras... y por supuesto, a que J.J Piloto pagara las cuentas.
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